viernes, 14 de diciembre de 2012

¿cómo se cura el miedo a la soledad?

El tiempo y los fantasmas

Entre miedos parece que no existieran las personas, los "amigos", los conocidos, o los abrazos incluso. Entre el miedo ahora solo son fantasmas. Ahora quedan siluetas, conjuntos de características para temer, para huir, para trepar un árbol y perderse entre sus ramas. y no bajar jamás. ¿cómo no huir? Gritarlo, contar  a quien quiero que me acompañe cuales son mis miedos, mis dobleces , mis nudos entre cada paso, los enredos entre mis cordones. Esos que hacen que me caiga cada vez que quiero salir corriendo. Mi cabeza que los  hace. ¿qué tan triste es asumir una condición?  ¿es triste? ¿existe esa condición? ¿es inventada? Entonces ¿porqué se siente lo qué se siente? El problema es el miedo, todo el tiempo, cada segundo, que cala en los huesos, destruye músculos. destruye. No puede ser natural sentir miedo y aun así es lo qué más se siente. De levantar un dedo, una palabra, una idea, un sueño. Es miedo, o vegüenza... no sé que es.

-No sé, pero no es natural temer a cada segundo por su paso y no creer que han pasado.

"Nadie esta dispuesto a ir tras de ti entre los bosques de tu miente"


¿qué tan aturdido se puede estar?
¿Qué tan confundido se puede llegar a estar, sin perderse en público, pero logrando perder la conciencia? Se siente como nudos, como dobleces, como haciendo más compleja la tarea, la idea, el punto. Ese que se va perdiendo entre una botella a la deriva. Ese que se observa desde la orilla con miedo a tocar el agua, con miedo a sumergirse. Ese punto que se hace lejano, se pierde, se nubla. Ese que al perderse, asfixia. ¿duele? es posible.
Está retorcida, nublada, jodida, "como vuelta mierda" esa cabeza que navega buscando una botella que jamas vio, pero le han dicho que existe. Esa cabeza roída por millones de vacíos inventados, de nudos ciegos, de calles ciegas, de perros ciegos a la deriva en un río que ya no llega a la ciudad. No se puede entrar, y no sirve intentarlo. Pero lo intenta, y teme que no lo dejen entrar, y lo sigue intentando, y lo asfixia la ansiedad de perderse en el camino, de no ser dueño de su camino y de morir en el camino.
¿qué es la paranoia?
Es esa sensación que no deja dormir, descansar, leer, pensar, existir, vivir. Padecerla es: odio, tristeza, miedo, frustración. Es creer en un piedra que ya no está ahí. Es creer que la han robado, que la cubren, que la pintaron de césped, de barro, de tierra de vacío. Es convencerse que todo puede existir pero nadie quiere que lo veas. Se teme, se siente temor por no pertenecer, a ningún lugar, a ninguna persona, a nada ni a nadie. Es un temor, es el temor de llegar a esa sensación como si fuese el curso natural de las estrellas. Solo se cree en lo imaginado porque se supone que en ese punto tampoco se tendrá esa sensación.
¿se debe asumir? ¿se debe ignorar? Respuestas intuitivamente paranoicas solo susurran "no lo hagas", advierten aislamiento, advierten rechazo. "No lo entenderán" "Te perreras tu solo, nadie está dispuesto a ir a buscarte entre los bosques de tu mente"






- Hola. ¿cómo te fue?
-Mal. Estoy hastiado y triste.

lunes, 2 de julio de 2012

un segundo más otro segundo es una historia.

Soy la suma o el otro lado de una ecuación que se anula constantemente ante las agresivas sombras que caen rendidas ante la implacable fuerza del pasado. Vivo el recuerdo sin rostro de miles y miles de pequeños pies atravesando mis ojos, trazando complejos mapas de lugares a los que nunca llegare o de los que jamás podré salir. Aparentemente me rindo ante viejas lunas, viejos soles, viejos y tristes atardeceres que no cuentan más que historias erróneas, guiones tachados, guiones, cuentan guiones y no palabras, describen representaciones teatrales de personajes inexistentes, recreaciones de ternura, alegría o tristeza, apariencias y no más que eso. Viviendo tras esos papeles, confinado a un laberinto programado de acciones en vacío. Este segundo es el hijo de sus miedos, de sus viejos miedos que hipócritamente le ayudan a construir una muralla para sentirse seguro, aislado de los inevitables peligros del contacto, del pensamiento, del riesgo a la inevitable decepción, en fin, el miedo a la conclusión prematura por falta de ser.

lunes, 19 de marzo de 2012

La he visto y no quiero dejar de hacerlo.

He visto la luna de mil colores mientras la guerra por el control de los humanos se libra detrás de un acantilado en la playa más agreste posible en la geografía marcada entre los caminos donde aun no logro caminar en paz, sin dejar de sentir como el filo de las piedras me divide en mil pedazos cada musculo de las plantas de mis pies.

He visto la luna de mil colores desde mil lugares diferentes, la he visto de color recuerdo, de color pálido, de color perdido y vacío, pero también la he visto de color anhelo, de color intenso y sosegado, de color distancia.

He visto como cada árbol estremeciéndose tapa esa miles de caras, excusándose en la pasión de la lucha, buscando su máxima extensión, intentando ser en todas sus posibilidades. He visto esos árboles y he visto sus intenciones. Sus intenciones de llenar los cráteres de la luna, sus incontrolables ganas de jamás detener esa batalla. Esa es la pasión de los árboles. Esa es mi la historia como la quiero seguir.

He visto la luna de mil colores o tal vez he visto noventa y nueve de un solo color.

sábado, 28 de enero de 2012

Caminando sobre lo mismo. Viendo mis pasos anularse y sentir el regreso de un derrotado, de un vencido, de un rendido.
Regresar de la batalla contra esa ola gigante que me arrastro una vez más a la solitaria costa. Una vez más al olvido. Una vez más a la sombra.
Tras recorrer miles de kilómetros en tan poco tiempo, tras la sensación de caminar en alta mar, todo regresa, y como un barco que perdió su rumbo a voluntad y no logro llegar un poco más lejos, regresa mi cuerpo inerte a esa sólida y cruda arena. De vuelta a contar granos de arena frente al mar.
Una vez más no soy y me sigue faltando ser.
Soy solo puños a la pared del silencio solitario.